Que Internet ha cambiado el mundo y la forma en que vivimos es un hecho. Han surgido nuevas profesiones y profesionales, y distintos procedimientos de presentar nuestras empresas ante los clientes actuales y potenciales.
La globalización ha llegado a las pymes y en este momento las pequeñas empresas pueden vender sus productos y/o servicios por todo el mundo.
Ha surgido una nueva forma de trabajar, la llamada “Economía bajo demanda” “Economía colaborativa” o “Uberificación”.
¿Pero en qué consiste la Economía bajo demanda o Uberificación?
Se trata de plataformas digitales que ponen en contacto a individuos que ofrecen un servicio con las personas que lo requieren. La plataforma más representativa de este tipo de actividad es Uber, de ahí que se conozca como uberificación, en la que se ofrecen servicios de transporte entre particulares, aunque Cabify, Airbng o BlaBlaCar son otros ejemplos.
Un caso que leí en elpais.com y que se está abriendo paso en España en cuanto a este tipo de economía es “Yo alquilo mi caravana” la firma nacida en Burdeos presenta un fuerte crecimiento gracias al aumento del turismo en caravanas.
Pero este movimiento no sólo abarca los sectores del transporte o los viajes, el crowdfunding, un término tan de moda, también es economía colaborativa.
¿En qué consiste el crowdfunding?
El término inglés podría traducirse como financiación colectiva, la forma de operar es la siguiente: si queremos financiar un proyecto podemos recurrir a plataformas de crowdfunding, presentar nuestro proyecto y los particulares interesados en él pueden aportar pequeñas cantidades para financiarlo.
Aunque rodeadas de polémica y cubiertas de un vacío legal, no podemos negar que este tipo de plataformas están en auge y cuentan con millones de usuarios en todo el mundo.
Las opiniones a favor y en contra son múltiples y motivadas, pero la realidad es que guste o no la sociedad está cambiando y los cambios hay que regularlos pero sobre todo es necesario adaptarse a ellos.
Hay quien piensa que este tipo de actividades trae consigo que los propios trabajadores puedan ofertar sus servicios prescindiendo de las empresas y por tanto de intermediarios concentrando su actividad en Internet, pero esto no es del todo cierto, simplemente se cambian unos agentes por otros.
Las plataformas de Internet actúan como intermediarios cobrando comisiones y añadiendo valor a los servicios prestados.
Aunque me reitero, las opiniones a favor y en contra son cuantiosas esta manera de trabajar ha llegado y parece que para quedarse así que es necesario regularla para proteger tanto a los trabajadores, como a la competencia y por supuesto a los usuarios.
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